Después de la tormenta, llega la calma.

Que sí, que la vida es una mierda y que no se puede hacer nada para evitarlo; que no tienes ganas de seguir y que sólo quieres morirte; que ya nada te da consuelo... ¿Sabéis? Yo antes decía lo mismo, y hay veces que lo sigo diciendo, pero cuando mi cabeza empieza a funcionar dejando a un lado el pesimismo y la agonía, me doy cuenta de que es una soberana tontería. ¿Que por qué? Porque no hay nada más bello que la vida; porque es única y no puedes pararte a pensar en lo que pasará mañana, porque si lo haces perderás esos valiosos segundos que jamás recuperarás, porque dudarás en tu elección y dejarás de hacer lo que de verdad quieres y sientes, porque no estarás seguro/a de ti mismo/a... Además, ¿por qué tenemos que hacer lo que creamos correcto y no lo que queremos? ¿Qué más dará si a la persona que tienes al lado le molesta o le ofende? ¿No es nuestra vida? Pues por eso mismo debemos vivirla al máximo, exprimirla hasta que no podamos más, sacar todo el jugo que podamos de ella. Tenemos que divertirnos, ahora es el momento, luego ya habrá tiempo de mirar hacia atrás y arrepentirnos, de recordarlo, de aprender de todos y cada uno de los errores que cometamos. Pero por eso mismo, hay que vivir el presente sin miedo a lo que pueda pasar en el futuro o a lo que ocurrió en el pasado, porque sin presente no hay pasado ni tampoco habrá futuro, estaremos encerrados/as en el tiempo, y eso a mí en particular me da miedo. Quiero poder saltar de alegría y que cuando la gente me mire con cara de susto o que me digan que soy tonta poder sonreírles y demostrarles que su opinión me importa poco, que lo que quiero es ser feliz sin tener que pensar en los demás, que yo soy yo y nunca cambiaré, que puedo haber cometido mil millones de fallos, pero siempre me he levantado y he luchado para seguir adelante... ¿Por qué ahora va a ser menos? ¿Porque un puñado de envidiosos/as intenten hundirme? Ni de broma.